Cuando era niño una moneda tenía un significado especial, era la llave mágica que abría las maravillas de las pastelerías o los canastos de las venerables ancianas con sus pipas de girasol, los gusanitos de regaliz o las inolvidables pastillas de leche de burra y las garrapiñadas.
Al cine me llevaba mi hermano, y nos alcanzaba justo para la entrada y para comprar unas bolsas de pipas, mientras miraba con envidia a los que veía pasar por delante de mí con las manos llenas de golosinas.
Eran tiempos de escasez, y conseguir una peseta, una rubia, para satisfacer los pequeños gustos, traía un protocolo que tuve que aprender.
Algunos domingos, mi madre me arrastraba al Pilar y ya antes de salir de casa me planteaba un dilema, en el que yo debía ser juez y parte: si aceptaba ir andando, me compraría un merengue o una suela; si montábamos en el tranvía, no. Así que recorríamos las calles y paseos deprisa, como siempre ha andado mi madre. Yo, con la esperanza gratificante dentro de mí de que al volver a casa podría comerme el dulce prometido.
Es posible que aquellos paseos de día de fiesta fueran los momentos en que ella me hablaba de las cosas de su vida. Apenas puedo recordar exactamente sus palabras, pero sí la sensación de su mano apretándome la mía con el vigor que le ponía a todo lo que hacía, y desde abajo sintiendo yo su protección y su amargura.
Poemario inédito Islas (2007)
13 comentarios:
... bonito, entrañable... huellas imborrables... ternura
besos
Casi se me saltan las lágrimas, Fernando. Cuánta ternura.
Un abrazo.
Que hermoso poder revivir así ..
Cuando recuerdo cosas como la que cuentas me hago la misma pregunta ¿de qué hablaríamos?. Tampoco tengo respuesta.
Besicos C.
Esa mano agarraba la vida con fuerza y cariño... y, algunos, con golosinas. Preciosos recuerdos, Fernando.
Besos
bonitos recuerdos...me acabas de transportar a.. " aquellos maravillosos años"..
Seguiré pasando por aquí..
Besos
Hola Fernando:
"Mi peseta" es raíz de recuerdos también. No por la cara de la moneda y el rostro del retratado, no...
El preferido es cuando llegaba alma-caridad y la propina aparecía en la palma de su mano.
Antes de la visita al quiosquero para comprar cincuenta céntimos de caramelos de cubalibre (ya quería yo entonces a Cuba-libre) agrupaba a los amigos para jugar a fútbol. No por jugar, que he sido más malo que el banderín del saque de esquina, sino por lanzar la moneda al cielo y ser juez protagonista de todo aquello.
Un abrazo, maño.
¿Tanto hemos vivido?
Un abrazo...
Muchas veces, cuando paseo con mi hijo de la mano, me hago la misma pregunta: ¿cómo recordará esta época? Temo que permanezca en su memoria, tal como tu relatas, ese poso de amargura que aún me acompaña.
Cuántos recuerdos...sólo hay que ir a buscarlos al rincón donde duermen, en nuestra memoria...Besos guapo.
No recuerdo la mano ni las palabras, eramos varios, las palabras llegaron después. La mano también.
Besos
Alba
Desde abajo y desde dentro...
Besos.
Cuántas veces fui caminando a la escuela para ahorrarme los 25 centavos del tranvía!!! Esta postal abrió el grifo de mis recuerdos. Abrazos.
Todavía existe la casa de mi amigo en el centro a la que iba andando por quedarme con la peseta y poder invertirla en productos químicos para mis locas aficiones.
Lo malo es que iba solo.
Sepias aquellos años de mitad del siglo pasado.
Abrazos.
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