Un hombre ebrio se sabe valedor de la soledad
y censura las sombras que le predicen cambios.
Cierro los ojos, suena el cello en su viaje de lluvia,
en sus palabras hay demasiadas voces antiguas.
Tañe el viento entre las calles
con la húmeda holgura
que nunca abandona noviembre.
Dejo un reguero de pasos en la niebla,
el color amarillo de la noche
trae más emociones en la boca silenciosa que me besa
y me pronuncia una larga siembra de preguntas.
Cierro los ojos, de nuevo el río sin matices,
iluminado con un polvo de niebla en las orillas
mientras los taxis sedientos y vacíos
parecen lagartos blancos anunciando otra muerte
que me va a recorrer desde dentro.
La espero sin agonía,
levanto el brazo y asiento ante la duda,
todavía quedan horas para que sea suya.
y censura las sombras que le predicen cambios.
Cierro los ojos, suena el cello en su viaje de lluvia,
en sus palabras hay demasiadas voces antiguas.
Tañe el viento entre las calles
con la húmeda holgura
que nunca abandona noviembre.
Dejo un reguero de pasos en la niebla,
el color amarillo de la noche
trae más emociones en la boca silenciosa que me besa
y me pronuncia una larga siembra de preguntas.
Cierro los ojos, de nuevo el río sin matices,
iluminado con un polvo de niebla en las orillas
mientras los taxis sedientos y vacíos
parecen lagartos blancos anunciando otra muerte
que me va a recorrer desde dentro.
La espero sin agonía,
levanto el brazo y asiento ante la duda,
todavía quedan horas para que sea suya.
3 comentarios:
Maravilloso, Fernando...Este noviembre que pronto acabará es más hermoso entre tus versos.
Ansiada soledad que tantos silencios nos desvela.
Un abrazo.
tú sigue escribiendo poesía que es lo que sabes hacer
un abrazo
(aunque me encantó esa pantera amenazante!!!)
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