Perderse despacio entre la noche
y ese trajín de luces sin sentido
que deja en tu mirada
los charcos de la vida.
No sé si aquel fue un día de lluvia
o sólo me dejó el sabor de su boca
humedeciendo mi piel y mi lamento.
No sé si tan sólo fue el delirio
o un viaje a Malasaña
cuando el azul del cielo tenia todavía
su imagen en los hielos de una copa.
No sé si fue ella la luz del atardecer
o sólo el reflejo que trajo aquel verano
en mitad de un julio caliente y suicida.
Cuando amaneció al cabo de los días
se largo lentamente de mi lado,
parecía un tren de los que se marchan
buscando en el horizonte fulgor de lejanía.
Ahora que recuerdo aquel verano loco
siento todavía el calor de sus besos
y ese sabor a frutas que dejaba
a punto de comerme la boca.
y ese trajín de luces sin sentido
que deja en tu mirada
los charcos de la vida.
No sé si aquel fue un día de lluvia
o sólo me dejó el sabor de su boca
humedeciendo mi piel y mi lamento.
No sé si tan sólo fue el delirio
o un viaje a Malasaña
cuando el azul del cielo tenia todavía
su imagen en los hielos de una copa.
No sé si fue ella la luz del atardecer
o sólo el reflejo que trajo aquel verano
en mitad de un julio caliente y suicida.
Cuando amaneció al cabo de los días
se largo lentamente de mi lado,
parecía un tren de los que se marchan
buscando en el horizonte fulgor de lejanía.
Ahora que recuerdo aquel verano loco
siento todavía el calor de sus besos
y ese sabor a frutas que dejaba
a punto de comerme la boca.
4 comentarios:
Escucho a Sabina:
"Y la vida siguió,
Como siguen las cosas que no
Tienen mucho sentido,..."
Te leo:
"trajín de luces sin sentido
que deja en tu mirada
los charcos de la vida..."
Quizás el trajín de la vida nos deje charcos en la mirada.
¿Qué más da mientras nos quede también la sensación de tantos besos?
Un abrazo.
Un gran poema. Un abrazo
Cómo siempre... estremecedor, Fernando.
Besos
Precioso poema. Felicidades. Un placer que me haya perdido por los blogs.
Feliz domingo.
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