Ahora que mi boca sabe recorrerte despacio,
tan lentamente como largas son las tardes de principio del verano,
ahora que sé de los recodos el dolor de cada sílaba en tu piel,
el estremecido comienzo de un viaje tras otro,
la humedad, el rincón de los silencios,
las cumbres y su atalaya,
cada verso gutural con que me llamas
pronunciando el misterio de tus labios sonrosados
y ese deshacer del tiempo de tus dedos en mi pelo…
Ahora puedo pronunciarte en cada verso
y saber del fuego la intensidad de la llama
como del mar oscurecido
sé del ir y venir de las mareas victoriosas.
Ya publicado con anterioridad.
F
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