En el largo invierno comimos frutos secos,
construimos una lumbre devorando las palabras,
cada rincón nuestro fue una forja de doloroso hierro
y los susurros como todos los anhelos
tuvieron cintas de viento y de ternura
mientras que escondidos,
arropados el uno en el otro,
el tiempo insaciable buscaba derrotarnos.
construimos una lumbre devorando las palabras,
cada rincón nuestro fue una forja de doloroso hierro
y los susurros como todos los anhelos
tuvieron cintas de viento y de ternura
mientras que escondidos,
arropados el uno en el otro,
el tiempo insaciable buscaba derrotarnos.
4 comentarios:
Parece que no haya refugio contra el tiempo, ni ese calor, ni esa luz, ni lo frutos secos y las palabras. Me ha gustado mucho. Dulcemento desesperanzado.
Un beso, Fernando.
No se de estaciones
yo muerdo palabras
busco rincones
acuno susurros
me crece la ternura
y me burlo del tiempo.
Un beso
Menta
Palabras que alimentan sin saciar.
El suplicio de Tántalo.
La amenaza de derrota del insaciable tiempo.
Duro invierno ese.
Un abrazo.
¿Sabes? He tenido un fin de semana lleno de susurros intentando recuperar el tiempo perdido. Y, en verdad, me he dado cuenta de que cada rincón de esos dos días ha sido un forja de ternura que, en mi caso, derritió el hierro.
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