Su simple evocación tiene un color: Blanco.
Espacio en blanco,
el de su piel.
Nieves me sacaba apenas cuatro años, pero yo creía que por lo menos había vivido veintiocho mil días más que yo…
(Ella sabía mucho y era por lo menos tres palmos más alta.
Yo tenía cinco años)
Nieves lucía dos cicatrices: una en la barbilla y otra en la frente.
Y unos labios rojos de piruleta.
El pelo a media melena, castaño.
Me gustaba mirarla.
Las pulseras de hilos y coleteros que adornaban sus muñecas resaltaban aún más la candidez de su piel:
…era translúcida,
…era de sangre azul.
Excepto la de sus labios y lengua, que cambiaba de clase según comía piruleta o lengua de sidral azul.
…Yo también quería ser reina y alimentarme solo de chucherías.
Nieves era única, solo venía en verano.
Lucía Pérez
F
1 comentario:
De gente así guarda uno recuerdos desde los cinco años.
Pasan pero nunca se van del todo.
Son nieves que guardan el verano tras su paso.
Me ha encantado.
Abrazos.
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