Lo que anida en el vientre de los salterios,
lo que desciende hasta la profundidad del verbo,
es el cadáver de los rapsodas en el laberinto de los dioses,
es el hurto de la palabra en las valijas del pensamiento.
Todo vuelve al corazón de los infelices,
todo vuelve..., como los símbolos al yodo.
lo que desciende hasta la profundidad del verbo,
es el cadáver de los rapsodas en el laberinto de los dioses,
es el hurto de la palabra en las valijas del pensamiento.
Todo vuelve al corazón de los infelices,
todo vuelve..., como los símbolos al yodo.
José Antonio Conde
F
4 comentarios:
Precioso poema. Me recuerda una época en la que la txirula tenía como compañero al salterio. Y yo era todavía inocente.
Eso provocan los dioses laberínticos y los pensamientos empaquetados: cadáveres y hurtos de vates y palabras.
Y al final sólo queda el símbolo del corazón de los infelices.
Es penoso pero el poema que lo cuenta es bello.
Abrazos.
El corazón de los infelices es tan profundo como este poema tuyo, José Antonio. Estupendo.
Besos
Hermoso. Es poesía. Forma y contenido.
Un abrazo,
Laura
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