Quién, sino tú, siente hoy el peso del mundo.
Qué, sino tu herida, traduce
el verdadero mensaje del polvo.
Para ti el otoño ha comenzado
agitada su hojarasca por los pasos del cansancio;
como hojas desprendidas
las horas ya muertas de la dicha,
yertos los sentidos en el limo,
cual cadáveres cárdenos de tristeza.
En carne izada —pensabas—, ¿qué huella
hay más indeleble que el amor?,
¿de qué testimonio un corazón sombrío
se sirve para desmentirlo?
Si el amor es un fracaso,
detesta el yerro que lo induce
aunque admires a quien de él se sirve para afirmarlo.
Manuel Martínez Forega
6 comentarios:
Sabemos del otoño en la hojarasca que suena bajo el cansancio.
A veces pasa entonces que hasta el amor nos sabe a fracaso inducido por un yerro.
Me suena liberador ese sentimiento de admiración ante quien yerra amando.
Formidable.
Un placer leer tanta belleza aunque el fondo suene a desolado y otoñal.
El amor nunca es un fracaso, aunque nos hiera profundamente es el más puro de los sentimientos.
El fracaso es sólo la sensación que aparece cuando ese amor es entregado equivocadamente.
El amor sobrevive a todos nuestros fracasos, aunque nos agote, porque él es un éxito en sí mismo.
Un poema hermoso y que me ha hecho reflexionar, Manuel. Me encanta.
Besos
Agradezco muy de veras los comentarios de Ybris y Loli.
En efecto, el amor es un fracaso, aunque es necesario (o inevitable) insistir en el yerro. Pero es que el error es inducido por el instinto, pues la razón no perseveraría.
Saludos.
Estupenda la ilustración de Klimt, Fernando: un acierto.
Me encanta!!
Gracias Fernando, por enseñarme tanto.
Manuel... qué gran verdad has dicho, quién, sino yo, siente hoy el peso del mundo... ;D
Un placer leeros.
No tiene fin (tampoco) esta travesía, y menos la sensación de que todo queda aún por decir.
El poema es sinuoso como el trayecto de la primera hoja que un otoño desprende. Y como ella, orgulloso.
Saludos, Manuel.
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