Altano verso del atardecer... La humedad que derrumba, el lado oscuro donde besas, la lágrima que inunda como sangre, el labio mordido suavemente, la savia entre los dedos, la piel, la arena, la duda, el tiempo recogido, la gavilla del centeno, un ir y venir de los tambores, los iluminados puentes de la lejanía, el surco rojo de la espera, el dolor de los pájaros al irse, el cielo rebosado y negro, la tormenta en el abril del aguacero, el relámpago altivo y mercenario, el trueno en su eco de montaña, todos los caballos blancos que galopan en las nubes, la razón de todos los silencios, la ausencia, el ritmo, la música, el pulso, la regla, la química, algún muelle en el recuerdo, la vía donde escapa el horizonte, la verdad que se desmorona entre las manos, la luz de una estrella palpitante, lo guarecido en un bolsillo antiguo, la historia que siempre se repite, el héroe caído, el mito muerto, el aroma mojado de la tierra, un alfeizar donde reposar los brazos, la llama de un mechero, el fuego incendiando un cigarrillo, toda la vida esperando en la azotea, los pasos tenues del gato entre las piernas, un silencio que quema, después nada, nada que contenga una palabra.
Una sucesión de imágenes para definirlo... al final, nada. Esa mezcla de tanto y de nada es lo que hace exquisito este poema. La contraposición exenta de palabra.
4 comentarios:
Qué bonito Fernando. y qué intenso.
Un beso.
Una sucesión de imágenes para definirlo... al final, nada. Esa mezcla de tanto y de nada es lo que hace exquisito este poema. La contraposición exenta de palabra.
Hermoso.
Laura
Los vientos nunca cesan, unas veces nos traen recuerdos, otras se los llevan.
Desde Jerez, el viento, te envía un beso.
Queman. Los silencios siempre queman.
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