Me ha dicho una amiga mía que si hablo de faros es porque siempre pienso en el horizonte, esa línea continúa de imposible quebranto que siempre nos da el mar, cruce de realidades entre el océano preciso y el cielo en su inmensidad.
Hay un halo de tristeza en los faros, su esperanza es la casualidad, su soledad es su estigma, un farero vivía devoto de su religión: el faro, la luz de la noche y el iluminar un espacio enorme con sus avisos de navegación.
No es esto lo que me hace adorar los faros solamente, hay también una pequeña locura que se hace patente en la obra humana, esa búsqueda de someter la naturaleza, las costas, el mar…como si trazásemos todo de una forma cartesiana y fuera trabajo de ingenieros las olas y sus senderos marinos…todo imposible de cifrar pero al límite de ello, su vértigo, lo peculiar, agreste, esa otra línea invisible en que la naturaleza está o durmiendo o deshaciendo con su eternidad toda nuestra obra…luchamos siempre contra el destino que es desaparecer y somos tercos aunque tenemos la batalla siempre perdida.
Hay un halo de tristeza en los faros, su esperanza es la casualidad, su soledad es su estigma, un farero vivía devoto de su religión: el faro, la luz de la noche y el iluminar un espacio enorme con sus avisos de navegación.
No es esto lo que me hace adorar los faros solamente, hay también una pequeña locura que se hace patente en la obra humana, esa búsqueda de someter la naturaleza, las costas, el mar…como si trazásemos todo de una forma cartesiana y fuera trabajo de ingenieros las olas y sus senderos marinos…todo imposible de cifrar pero al límite de ello, su vértigo, lo peculiar, agreste, esa otra línea invisible en que la naturaleza está o durmiendo o deshaciendo con su eternidad toda nuestra obra…luchamos siempre contra el destino que es desaparecer y somos tercos aunque tenemos la batalla siempre perdida.
Para Marta...mi amiga nómada.
13 comentarios:
Estuve el domingo paseando por ahí, entre el mar, el cielo y la hierba (y un helado, y el sol...) y vi algún que otro cabezota, pero ninguna batalla perdida. Los faros son siempre luz, de buen puerto, de destino. Son luz que alumbra esa naturaleza y que suaviza los rasgos más agrestes del mar, que los tiene, pero son más pequeños bajo la luz del faro.
No tengo vocación de nómada, y no sé distinguir una magnolia de una adormidera. El único faro que me toca es el de Lisboa, y supongo que por culpa de una canción. De líneas invisibles sé bastante, algo menos que de lunares en el lóbulo de la oreja. Pero puedo jurar que he sobrevivido. Y que no quiero descifrar más criptogramas.
Un (b)eso dolido
Los faros guían, y en la literatura y en la realidad salvan a los náufragos. Son el refugio perfecto y están en un lugar donde el horizonte es un sueño. La mejor manera de descansar y vaciar la mente. Vaya, que un faro puede conseguir lo que diez horas de sesión de yoga, la calma y quietud, por ejemplo.
Hala, disfruta de tu faro.
Yo tengo uno pinchado en la caldera. Lo veo cuando desayuno y hasta le hablo.
Besos,
Marta
mirar un faro con la mirada perdida, buscando los sinsabores de la vida
un beso
Totalmente de acuerdo contigo, Fernando. Los faros, algunos, se me asemejan estoicos guardianes de la muralla que soportan las flechas y las balas del otro lado, del misterio desconocido que representa el mar, esa gran porción del planeta donde no conseguimos sentirnos todopoderosos.
De pequeña, sufrí una decepción brutal el día que aprendí que en los mares y en el espacio aéreo también los hombres teníamos cartas de navegación y rutas fijadas sobre el papel.
Un abrazo
Laura
Paso a saludarte y a decirte que te he enlazado a mi blog.
Besitos y que los faros te guíen por el buen camino.
Cuando conocì el Faro del fin del mundo en Ushuaia, tuve la misma sensaciòn de sentir el dominio del hombre sobre la fuerza de la naturaleza. Abrazos.
Creo que no he faltado a ningún faro, y no lo pienso hacer:-)
Comparto esa fascinación, como bien sabes.
Son un poco de certeza,una luz,lo que resiste cuando el agua se agita, el sitio hacia el que mirar. Pero son también símbolo de esa locura humana en la que sabe residir una extraña grandeza: son torre, son orgullo, son centinela, son pequeños quijotes frente a la inmensidad del mar.
Me ha gustado mucho el texto.
Un beso, Fernando.
Bien por ti, por la admiración de los faros que ha hecho el hombre, pero no estoy de acuerdo en la batalla perdida, esa de desaparecer, entonces, te pregunto, ¿Por qué escribes? no es aqui justamente donde permanecemos, en las letras escritas, jerogrifos, tallados, muescas, señales, yo aun me divierto leyendo novelas de hace montones de años. Yo escribo, mi batalla no la he perdido. Cariños
Un faro, en lo alto del risco, que ilumina cada una de mis noches, que calma las tempestades de mi alma..
Un besote Fer!
Los faros son altivos, solitarios, alumbran el camino a los perdidos, pero son impenetrables, lejanos..., aunque pudiese no parecerlo, me gustan los faros, especialmente los tuyos.
Besos.
Ilumina, da esperanza, alegría. Puedes tener todos los faros que quieras.
Un abrazo
Alba
Hola Fernando ... y leyendo tu bello texto dedicado a tu amiga... recordé una excelente película: "Rumor de ángeles" interpretada por la mágica Vanessa Redgrave !!!
Ella recibiendo mensajes del faro...
te la recomiendo !
un besote y tu amiga estará muy felíz por este escrito !!
silvia
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