Se dejó las lentillas, una noche en mi casa…
Yo, desde entonces, guardo sus ojos entre los diminutos secretos de mi mesilla.
Y es así como puede mirarme sin que nadie le vea, detenido, palpitando en cada detalle de mi cuerpo blanco y dejando que su pupila incolora resbale bajo la seda negra que se refleja en el espejo del tocador.
Y es su vista, ojo que toca.
Y es su tacto, mano que ve.
Después, con el tic tac de fondo cuarteando el silencio, con el murmullo de la cafetera que rompe los sonidos del amanecer, él observa como descorro lentamente las cortinas, como el rayo amarillo baila al ritmo del tintineo de esas anillas de madera que sujetan el visillo, como el sol posa sus dedos templados sobre mi hombro desnudo, astro rotundo que me obliga a esconder dos trocitos de cristal en el primer cajón de ese pequeño mueble…únicamente mío.
Autor: Carmen Aliaga
6 comentarios:
Qué mini relato original. Verse a través de otros ojos, o del pedacito de ellos que guardas. Me ha encantado leerlo. Así que mi abrazo para a Dama del río, y para tí. Cómo te llamaría? Mi tío de las letras? Jaja. Un saludo!
Precioso y delicado el sabor de este micro relato Dama del río. Me encanta esa mirada silenciosa de otros ojos que pueden vernos.
Besos
Es hermoso.
Ojalá fuese tan sencillo guardar las miradas como lentillas.
Gracias a los dos.
Es él quien puede ver dentro de ti.
Besos azules...
Muchísimas gracias por vuestros comentarios. Es un placer haber compartido este relato tan breve con tantos de vosotros. Gracias también a ti, Fernando, por publicarlo en tu blog.
¡Vaya, veo que no sólo escribes poemas¡ ¡Ha sido una grata sorpresa descubrirte en esta otra forma de expresión¡
Un relato tan breve como intenso, sutil, delicado, profundo y en cuyo ambiente tan íntimo (el espejo del tocador, la cafetera, las anillas de madera de las cortinas, la piel blanca, esas lentillas tan bien guardadas...)nos haces sumergirnos y recrearnos.
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