Los caballos blancos de Neruda pueden seguir viviendo en Berlín, blancos y sonrosados en su color de sangre palpitando, como si en Berlín siempre fuera invierno y un hombre maduro mirase a través de la ventana de un hotel y ese momento eterno del paseo de los caballos se constituyera aparte de en algo hermoso, en denso y material, acercándolo de lo diverso a lo próximo, pequeño y sutil, fugaz e imposible de volver a encontrar porque lo extraordinariamente bello a los ojos de un hombre puede terminar en ser sólo un recuerdo o una parte del olvido, la que nunca se olvida.
REVISTA TURIA. Núm 152. Pág. 250 y sgtes.
Hace 5 horas
3 comentarios:
lo que nunca se olvida siempre permanece en el recuerdo
un beso
Podemos olvidar todo un entorno, todo un día, quizás podemos olvidar la misma vida, pero lo que no se puede olvidar es un instante sentido.
Un abrazo.
Vengo a leerte a diario Fernando, pero no sé como consigues siempre enmudecerme (yo que no callo)
...estas palabras son extraordinariamente bellas.
Un beso
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