Era lo cierto, lo que hacía que las noches pudieran dar su fruto,
romper lo terso de la melancolía,
descifrar entre la música el valor de un cuerpo,
saber que entre las manos la piel puede descifrar preguntas
y que los labios con el sabor del whisky con naranja
también se adornaban con la humedad de un deseo carnal, jovial,
adormeciendo las razones en aquellos sofás hondos de terciopelo
donde podíamos recorrernos sin lugar a equívocos…
Después vendría la posibilidad del conocimiento
o el encuentro con el perfume de la desilusión.
3 comentarios:
Me encantan los reencuentros con sabores cálidos..
Besos muy cálidos
El valor de un cuerpo, los labios con el sabor del whisky, los sofás hondos de terciopelo y la posibilidad del conocimiento me han conquistado. Me has conquistado, grandullón.
Beso con sabor a cerveza (dejé el whisky hace tiempo, por suerte ;-)).
A veces no admitimos esa posibilidad, por miedo a la desilusión.
Cada vez que te leo, me ratifico en mis intuiciones.
Un beso, poeta bello.
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