Hay desiertos que gimen su densidad de sangre
y enarbolan entregadas silabas de silenciosos sueños.
Ahora soy el hombre de la mirada roja,
habito entre tu pecho
y te respiro exacto y minucioso.
Me planto en tu boca y me derramo,
soy saliva derretida entre tus papilas gustativas,
la miel, el ámbar, la salina sustancia que te duele.
Es posible que la noche sea sólo una nueva argucia,
el peldaño donde descender poco a poco
hasta los límites de la piel y del deseo,
y nosotros, escondidos amantes,
seamos los que pueden hacer febril la sombra
que ilumine con frágiles rosas la luna.
F
12 comentarios:
sobre todo si son lunas en fase creciente =)
Besos
sí eso y mucho más complice puede ser la noche
salud
Un intenso poema. Pasión nocturna.
Un beso.
Soledad.
El hombre de la mirada roja... y la sangre del poema me sugieren un amor-deseo imposible de parar, como el impulso del conde drácula.
Besos
Un desierto que esconde amantes y sueños silenciosos, mas una luna de rosas, es un sitio exquicito.
Besos.
La noche es siempre una argucia, una tentación, una excusa, el mejor momento para crear, el mejor momento para amar, el mejor momento para pensar...
Excelente descripcion de un mágico momento.
Noches así, le dan sentido a los días.
Besos.
Los lìmites del deseo son impredecibles, imprecisos... Abrazos.
Un dulce sonido impregna mi tarde.
Un beso Fernado, me alegro por cada uno de tus logros.
"Me planto en tu boca y me derramos"
Me estremeció este verso, Fernando.
Bello y sensual tu poema.
Un abrazo
hermoso poema como todos los tuyos, un beso
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