El fulgor de la noche trae un viento amarillo,
cruza con su sabor de olvido al calor del desierto.
Una branza me une a ti,
esa cadena ciega que me enmudece
y me hace salvaje
en el lento ausentarse de los muelles.
Hay silencios que enmarcan la vida,
latidos que se oyen de tan lejos
como el horizonte muestra.
Una luna enrojecida
ha escrito su salve de sangre
y ahora se encierra en nubes marinas
como si presagiará que nunca la he amado.
Tengo tu dolor entre las manos
porque amar es consagrarse,
deshacerse en el otro
hasta la extenuación
y devolver cada caricia
como el aliento del ala de un pájaro
se cierne sobre nosotros.
Las rosas no mienten,
hoy el jardín te llama.
5 comentarios:
Este poema está de enmarcar, mirar en los días tristes y sonreir.
:)
Un Belleza, como siempre.
Besos.
Has vuelto del sur... y de que manera!!! Hermoso , muy hermoso poema....
Besos f...
Un precioso jardìn en medio del fulgor de la noche. Abrazos.
Efectivamente, las flores nunca mienten.
"como si presagiara que nunca la he amado". La sinceridad con uno mismo. Me ha encantado, Fernando.
Besos
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