(Para María Isabel Menasalvas,
mi soporte vital,
mi querida compañera)
A veces,
me despierto en medio de la oscuridad
y me sosiega tenerte a mi lado.
A veces, miro al sol purpúreo de la mañana y,
con los ojos cegados,
siento tu presencia.
Cuando camino solo,
por el bosque de hayas,
arrastrando las hojas secas con los pies,
o cuando,
recostado sobre las rocas,
escucho el rumor de las olas,
en su continuo esfuerzo contra el acantilado,
o si,
por cualquier motivo,
me creo feliz,
pienso en ti.
Y es en el silencio
donde te encuentro cautivadora,
es
entre la selva de tu pelo
donde está mi hogar.
Me conforta la paz de tu iris grisáceo,
balsámico y profundo,
la serenidad de esos ojos a los que me gusta llegar
después de besarte,
después de abrazarte,
después de llorar.
A veces,
hablo solo por la calle,
a veces,
bebo de botellas abandonadas
y busco tu mirada con ojos vidriosos
cuando me siento perdido.
A veces,
pienso que eres excesivo premio
para un yo,
masculino singular,
difícil de armonizar.
A veces
quisiera dar la vuelta al reloj del tiempo y,
desde el principio,
volver a empezar.
©Esteban Gutiérrez Gómez.
10 comentarios:
Nunca un premio es excesivo.
Cuando leí este poema la primera vez me sorprendió. Me parece que has acertado con estos versos que hablan de amor, de la persona amada, de la persona que está a nuestro lado y nos soporta.
A veces, surgen poemas así.
Un abrazo de Mos desde la ESFERA.
que bella dedicatoria, a el ser vital que te sostiene con la sola mirada.
un poema arrebatador/cautivador... destila amor por sus palabras/poros
enhorabuena
un abrazo
Es bellísimo.
Bellísimo.
Bellísimo.
Bellísimo.
Así hasta lo más bello.
Felicidades, Isabel, y lo mismo te digo, Esteban. Enhorabuena por haber plasmado tu gloria con un poema tan romántico y lleno de cariño.
Besos
Y se queda uno con el único comentario del verso de Lope:
"¡Esto es amor! quien lo probó lo sabe"
Bellísimo.
Abrazos a los dos.
Me quedo con ese: dar la vuelta al reloj del tiempo y volver a empezar. Eso sería delicioso sería la segunda oportunidad que siempre deseamos pero que definitivamente nunca tenemos.
Un beso
“Y es en el silencio donde te encuentro cautivadora” No hay como el silencio para escuchar respirar al alma. La distancia, para querer volver donde, tal vez, sólo nos dé la bienvenida el aire pasando por debajo de la puerta. Me gusta esta parte tuya tan tierna. Dan ganas de comérsela.
Luisa Fernández.
Un paseo sereno por los bordes del amor. Abrazos.
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