La nostalgia que ha sacado a Lamia de su letargo esta mañana discurre pareja al arroyo junto al que peina sus largos cabellos. Con cada pasada, el peine de hueso que acaricia su melena deshace las hebras en dulces cascadas de seda. El rumor del agua, que acompasa sus movimientos, se desliza entre las hojas haciéndose hueco a través de los cúmulos verdes de musgo aferrados a la roca.
Lamia inclina su cabeza tratando de captar el lejano murmullo de las hojas más altas de las hayas que guardan sus secretos. Las esquirlas de aire que traspasan los haces de luz hablan de una historia que aún está por llegar. El bosque entero, en complicidad con el viento, desvía los rumores creando en torno a Lamia una corriente circular preservándola del resto.
Pero Lamia espera a su Humano. En los lejanos años de su despertar, Mary le habló de un futuro incierto, poblado de seres ajenos a su naturaleza. Un lugar en el que todo le resultaría extraño y para el que volvería a nacer a través del amor.
Mientras Lamia deja el peine sobre la roca y juguetea con sus dedos en la espuma que el agua crea al pasar sobre las hojas, éstas palidecen tras su paso, en simbiosis con la roca, sirviendo de lecho al arroyo que discurre en un viaje hacia otro mundo.
Poco a poco el aire cambia permitiendo que el viento susurre en su oído ecos lejanos. Un rumor de pasos temerosos que se adentran en la espesura viene a mezclarse con un suspiro hondo y profundo. Lamia alza sus ojos hacia esa estela de olor desconocido que penetra la espesura como un dardo que busca su diana. Tan cerca y tan intenso que Lamia estira sus dedos, tratando de asir lo imposible. Tan cerca que la luz que le precede casi la ciega. Pero Lamia, junto al río, vuelve a peinar sus cabellos.
Lamia
4 comentarios:
Fernando,precioso relato,por un momento te sientes trasportada al arroyo mirando a Lamia..
Besos
Qué minirrelato más poético y visual. Me ha encantado, pero un montón. Supongo que, como Lamia, todos deberíamos esperar al humen@ adecuad@, pero cuándo se sabe con seguridad?...
Besos.
Gracias, Fernando.
Doberka tiene razón, es poético. Bello relato.
Besos
Alba
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