Hablo de la nostalgia que me reservan las ciudades y son como hembras que me esperan detrás de los amaneceres cuando las visito. Hay ciudades que me impregnan con su aroma y me dejan un poso de recuerdos por los cuales me paseo a veces desde la soledad de los silencios. Amo París, Venecia, Florencia, Granada, Santiago, Salamanca..y otras, sé que en ellas me han pasado cosas que han marcado mi vida y por eso cuando vuelvo alguna vez por estas y otras siento como el retorno a una casa donde siempre soy bien acogido, ya no por sus gentes sino por las piedras, los edificios, el entorno donde he dejado un pedacito de mi alma y un trozo del tiempo, mi tiempo, que ya no volverá.
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5 comentarios:
Es verdad, como decías ayer también en el poema de la lluvia, las caras se difuminan con el tiempo pero los lugares permanecen en la memoria, inmortales, como referentes de un tiempo vivido.
Un abrazo fuerte
Me gustó mucho el post de Margot y me gusta el tuyo también.
En todas las ciudades que hemos estado quedó algo de nosotros y cuando volvemos se nos instala en el corazón.
Un abrazo.
y que seria sino tuvieramos nostalgia?,si los recuerdos no existieran?no seriamos nosotros...no seriamos.
muakussss
uyss una de esas ciudades que dices,esta muy cerquita de la mia...
Cada ciudad tiene su encanto y si ademas trae buenos recuerdos..genial
Besos
París, Pompeya, Granada, Fez, la isla de Djerba, Tozeur..cualquiera de ellas y por distintos motivos...
Algunas por sus gentes, otras por sus piedras, o por ambas cosas...
Un beso f.
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