En la escena del crimen el detective prende un cigarrillo. El humo de tabaco es una cortina de plata a la luz de los flashes y del tenue resplandor del proyector. El pesado cuerpo yace sentado, agarrotado en la butaca, la mirada naufragada en la pantalla, la boca abierta y extrañamente sonriente que deja escapar un fino hilo de sangre. Diez centímetros de acero sobresalen de su abdomen y refulgen como un faro en la niebla de sombras recortadas que lo rodean. Unas filas atrás, un hombre de mediana edad mira perplejo sus manos ensangrentadas, perdido en inmediatos recuerdos. Enfrente, Gilda sigue contoneándose y cantando a su amado. El fantasma de Sam Spade no tarda en aparecer entre la multitud que se agolpa tras el cordón policial.
- El acomodador dice que discutían sobre Ella… - le dice el detective sin pronunciar una palabra, señalando a su espalda con el pulgar-. ¿Crees que Rita es el móvil?
Spade da una larga calada a su pitillo, mira a Rita, pasa un dedo sobre su labio roto, y con voz nasal que nadie más oye, habla lacónico:
- Ella es del material del que se forjan los sueños... Échale la culpa al mambo.
Alfredo Moreno
6 comentarios:
La culpa?
De ella, siempre de ella!
Besos
Es un minirrelato estupendo y sorprendente, sobre todo el hecho de que dos hombres puedan acabar en semejantes circunstancias por una mujer que ni siquiera podrán saludar en persona. Y es que Rita es mucha Rita, je,je,je. Me ha encantado.
Muchos besos, Fernando.
P.D. Todo el mundo tiene problemas con internet o soy sólo yo???
Cuánta remembranza
me traes siempre
querido amigo!
aquí he vuelto
a otros venerados
tiempos lejanos...
Exquisito,♥♥♥besos♥♥♥
Excelente relato. Se me viene a la mente Helena...Rita bien puede ocasionar un asesinato.
Besos
Alba
Yo creo que la culpa la tuvo el guante...el pobre muerto fue quien lo atrapó.
¡Qué gran relato el de Alfredo, qué bien descrito todo ese negro ambiente!. El final, prodigioso y, como no podía ser de otra manera, muy cinematográfico.
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