Dobla la esquina de la calle un gato
y una llama fulgura tras su rabo.
No huye el gato, sino que de ella bebe
y el nombre de dios pota entre sus dientes.
Es cosa de dios el modo en que vomita el diablo,
pero el divino, por el felino sorprendido,
acusó el golpe de tan ignívomo regate
que burlaba su hábil morfología.
Será quizá otra noche serpentina,
o noche de luna y marte de boques preñados,
cuando el trinomen, desnudo y humano,
tiente un nuevo asalto a lo prohibido.
(Aunque huye del súcubo irracional,
es conocida su zoofilia, sin embargo).
Poema de Manuel Forega
Fotografía aquí
3 comentarios:
Ha quedado estupendo, Fernando, y, la fotografía, espléndida. Muchas gracias por la deferencia y por tus tan activas bitácoras. Resultan muy gratificantes.
Un abrazo fuerte, amigo.
FOREGA
Inquietante poema de Manuel F., dichoso diablo...jolín!!!
Muchos besos, para Manuel, y para tí, Fernando.
el divino, por el felino sorprendido,
acusó el golpe de tan ignívomo regate...
Vaya! qué sorpresa, muy bueno.
abrazos
Alba
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