Algunas noches sueño con un niño,
montado en un triciclo,
que a trompicones baja
las frías escaleras de su infancia.
Rueda hasta caer desplomado.
Inconsciente sangra sobre el mármol helado
del desangelado patio,
donde le alcanzan los gritos de parto
de su madre, que le regala un hermano.
Al llegar a este punto, despierto,
salto de la cama asustado,
bebo agua, me lavo la cara y orino.
Mientras, el hombre del espejo
me interroga en silencio y repite mis gestos:
Con pelo alborotado, mal afeitado y medio dormido,
me mira mear y mea, a la vez que yo,
como yo mismo.
Nos parecemos tanto los dos!
Poema de Antonio Pérez Morte
6 comentarios:
Muy original, un vistazo intimista usando como medio de transporte un sueño y un espejo. Bueno, gracias a la oportunidad que nos da Fernando, podemos leer a autores y poemas nuevos. Un saludo!
Asusta vernos.
un abrazo
Gracias a Elisa, Rafa y Alba por los comentarios, y sobre todo a Fernando, el anfitrión de la casa por habernos reunido aquí: ¡Un abrazo a todos!
Difícil identificarnos con lo que fuimos.
Y sin embargo, somos tan parecidos...
Abrazos a los dos.
Es un poema estupendo, Antonio. Me algra verte por aquí.
Besos a los dos.
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