La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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sábado, 3 de noviembre de 2007

Río de sangre






Hay un río de sangre que viola la tarde,

unas violetas que redimen las sombras

y unas hojas secas que amarillas

desencadenan los sueños que nunca tuve.

Aquí, el sol parece esgrimir una sonrisa,

tal vez la ligera muerte endulce la respiración

y seamos serenos y silenciosos amantes de la noche.

Siempre nos teme la luna

a nuestros ojos los poros del silencio

son mucho más explícitos

y el fuego se lamenta

entre las manos de la brisa

y la caricia indeterminada del sosiego.

En el deseo la noche nos esconde,

bruma oscura que la piel encendida hace brillar

con la lejana luz de las antorchas,

y en nuestro encuentro

las nubes son los calamos celestes,

donde amarse en un bello juego

de ternura y de tiempo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué delicia leer tus poemas Fernando. Besos.

Simplemente Olimpia. dijo...

Desangrarse de deseo, aquel que nunca se tuvo....precioso.
Con la ironía del sol, con la complicidad de la noche y la caricia del cielo...bello juego...cierto. Aunque sólo sea ternura y tiempo.

Olimpia.

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