Mirada a Paestum-Poseidonia
Me espera un arco desnudo
y una lluvia de infatigables gotas
me abraza entre sus silenciosas piedras.
El templo de Neptuno se asemeja al ojo de un dios
que desde la eternidad nos mira,
vigilando dos mil quinientos años
de imprecisos días y sosegadas noches.
Él siempre espera, viejo y cansado,
que el dolor y el ansía de los hombres
le liberen de la eternidad maldita,
pero yo me quedo enlazado para siempre
entre sus columnas doricas,
con la emoción más sentida de un viaje.
Nada le disfraza,
en su silencio habla con el susurro
con el que sólo él puede hacerlo.
Saber escucharlo, eso, es otra historia.
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5 comentarios:
Siempre nos muestras maravillas...
tengo tiempo para disfrutar mirando y leyendo, menos para decirte cuánto me gusta.
Un abrazo.
Nunca me parecieron bien los dioses que se refugiaron en templos para que los hombres les liberaran de su eternidad maldita.
Mejor que ellos se queden en el rincón en que los hombres les pusieron y nos dejen a nosotros la emoción de las columnas dóricas.
Es sólo cuestión, como bien dices, de saber escuchar.
Abrazos
Me recuerda esas películas con Peter Ustinov como Zeus en las que los dioses se mueven alrededor de un tablero azul que representa el Mediterráneo y juegan a mover las piezas de los humanos a su conveniencia. ¿Dónde estarán esos dioses olvidados?
Un abrazo.
Saber escuchar, eso, es otra historia.
Y tanto...
Como sigas poniendo fotos de estas voy a romper la hucha y me largo ya.
oír el eco de la historia en los susurros de la piedra...quizás sea una locura más de las que me atacan...quizás.
B y A
f.
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