Hemos ardido tantas veces en el abandono de las noches,
mientras el crepúsculo perenne nos vestía
con sus floreadas llamas rojas
que ahora, cuando nada nos conmueve,
llegan la soledad y el desaliento,
el doloroso aroma de las ausencias
que las cenizas traen al alba.
Pero no aprendemos,
ya que después de todo
siempre nos queda
la fascinación del fuego.
© fotografía 2007 Miguel Angel Latorre
2 comentarios:
Muy bonito, me gusta eso de arder y sentir abandonados en el manto de la noche.
Un abrazo.
Hola Gubia, me alegro que te guste el poema..arder en las noches y sentirnos abandonados en ellas...puede que estos ea parte de todas las relaciones humanas o tan sólo un juego poético..besos.
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