La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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sábado, 22 de abril de 2017

Para todo lo que poseemos hay una quera,







Para todo lo que poseemos hay una quera, un descender despacio en la noche a nosotros mismos, engrosar la argamasa de un viejo muro, cavar una zanja donde reposamos, saber de ese hundimiento de todos los sueños…toda la verdad que la desolación sabe dejar al lado mismo del corazón.




f.




Anda con sus menudos pies descalzos sobre la tarima






Anda con sus menudos pies descalzos sobre la tarima.
Deja el breve instante de lo impreciso colgado de mis ojos,
un hueco de sombra y luz, la tibia sensación de su peso.
Los pájaros siempre tienen sus alas preparadas para una nueva caída.



f.




viernes, 21 de abril de 2017

He venido despacio como la primavera se desliza en abril









He venido despacio como la primavera se desliza en abril,
pero no tengo en mi cuerpo el aroma del romero,
ni flores silvestres que recuerden la salvia
o a la roja llamada de las amapolas
que crecen sin medida en las cunetas.
Soy todavía una mirada, un silencio habitado,
mientras un extremo impreciso del invierno me recorre
y se decanta en mis venas como una fría llamada del pasado.
Perduro en ti, porque mis palabras caminan solas por tu anatomía...
ellas saben de ti, lo que sin decirles adivinan cuando gimes mi nombre.




f.




Me siento en el suelo





Me siento en el suelo. Apago la luz.
Noto en el aire la brisa fresca de la noche y miro en la autopista lejana como van y vienen itinerantes las vidas de los que viajan en los automóviles a la velocidad media de ciento veinte kilómetros por hora.
No sé por qué me ha dado una punzada, un golpe de mar hacia adentro, hacia una sima oscura, un salto de agua que me ahoga…
Debe ser en parte la soledad nocturna o esta humedad que sigue trayendo las primeras noches de la primavera cuando el insomnio y yo jugamos una nueva partida.





f.



Hablaba de todo lo que me traía el otoño









Hablaba de todo lo que me traía el otoño,
la lluvia como un quehacer de voces y silencios.
Una humedad que siempre me conmueve
cuando miro al vértigo gris del horizonte.
Así y todo era feliz perdido entre las callejas y plazas de Venecia.
No es lo mismo esta ciudad de laberintos con la lluvia,
te recoge en sus tortuosos caminos de puentes y canales,
un triste silencio de palacios solitarios, dignos ante su decadencia,
donde la herrumbre y la humedad va vaciándolos para solaz de gatos y basura.
Sé que siempre he de volver para morir en Venecia
y en sus "campos" abiertos al cielo
anda todavía la larga espera de mi vuelta.




f.




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