La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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viernes, 24 de noviembre de 2017

No he mirado dentro de la noche









No he mirado dentro de la noche
tan solo dejé entrar mi lengua tímida en tu boca
y abrigué tu cuerpo encimado al mío
con un juego donde mis falanges supieron de distancias.



f.




martes, 18 de julio de 2017

Apenas salgo de una estancia donde culmina la noche















Ahora escribo pájaros

J. Cortázar



Apenas salgo de una estancia donde culmina la noche
cuando todas mis palabras se desnudan de mí
y traen nombres y sombras que se abren con sus alas.
Tengo islas donde habitarla y demorar ese instante de la ausencia,
la calma de un océano que escoge las calles
y que al cerrar los párpados me inunda, me ahoga, me deshace.
Sé de su boca sedienta y del armado vuelo de los pájaros.
En mis manos casi noto la frágil esencia de su cuerpo
y esa gota de sangre enlazada a las sílabas
ante la que me admiro al saber que es mía,
cuando al amanecer gira el viento a favor del sur
y la lluvia, sin otro propósito, desnuda todas las palabras.




f.












martes, 25 de abril de 2017

He olvidado el guión de mis imágenes







He olvidado el guión de mis imágenes,
la latente lanza, la avalancha derrotando cada instante.
Bebo del surco que inunda tus manos,
laborioso cuenco donde perder mis labios,
asciendo desde las yemas de tus dedos
hasta verter mi humedad,
lacerante mercurio,
en el borde preciso de tu boca,
para allí morir, despacio, mansamente,
envenenados el uno por el otro.

Siervo de esas noches de aguardiente,
calima de luces y de sombras,
urdimbre de la viola,
cuando nadie somos nadie más allá de la brisa.
Adolezco de ti, me faltas y te recuerdo cansada,
semidesnuda con tus bragas azules
y ese aroma que abre el perfil de mi deseo,
mezcla de azahar mediterráneo
y la lumbre precisa de tu cuerpo.

Y me bebo tu sed, tu anhelo,
el crecer herido de tu ansia,
esa hebra del otoño,
hoja vencida del sarmiento.
Me hago tu señor, nube y lluvia
para quemarte, dócil y encendida,
en el vaivén del viento.

De nuevo dormida entre las islas del naufragio,
aislados y con la ropa por los suelos,
oteo ese instante en que al despertar,
como una mujer nueva,
abras tus ojos
y me hables en un idioma
con un alfabeto que siempre desconozco.



f.






jueves, 3 de mayo de 2012

He olvidado el guión






He olvidado el guión de mis imágenes,
la latente lanza, la avalancha derrotando cada instante.
Bebo del surco que inunda tus manos,
laborioso cuenco donde perder mis labios,
asciendo desde las yemas de tus dedos
hasta verter mi humedad,
lacerante mercurio,
en el borde preciso de tu boca,
para allí morir, despacio, mansamente,
envenenados el uno por el otro.

Siervo de esas noches de aguardiente,
calima de luces y de sombras,
urdimbre de la viola,
cuando nadie somos nadie más allá de la brisa.
Adolezco de ti, me faltas y te recuerdo cansada,
semidesnuda con tus bragas azules
y ese aroma que abre el perfil de mi deseo,
mezcla de azahar mediterráneo
y la lumbre precisa de tu cuerpo.

Y me bebo tu sed, tu anhelo,
el crecer herido de tu ansia,                          
esa hebra del otoño,
hoja vencida del sarmiento.
Me hago tu señor, nube y lluvia
para quemarte, dócil y encendida,
en el vaivén del viento.

De nuevo dormida entre las islas del naufragio,
aislados y con la ropa por los suelos,
oteo ese instante en que al despertar,
como una mujer nueva,
abras tus ojos
y me hables en un idioma
con un alfabeto que siempre desconozco.

domingo, 23 de octubre de 2011

Duerme el día







"...La raíz del temblor llena tu boca, tiembla,

se vierte en ti y canta germinal en tu garganta..."


J. Á. Valente



Duerme el día sin matices con un embozo de escarcha.
Él cierra los ojos, guarda silencio cuando el otoño amanece despacio.
Tiene entre sus manos todavía el valor cálido de su vientre,
de vez en cuando acerca sus dedos y en el aire olfatea su aroma,
juega con ellos, con precisión sigue un ritmo
quebrado por la ansiedad de reconocerla suya.
No hubo acaso, no tuvieron el miedo de otras veces,
solo les quedó para el recuerdo
la larga unión de dos cuerpos,
que se buscaron, casi se devoraron, en la oscuridad,
y dieron sin saberlo una parte de ellos,
la que guardaban de todas aquellas noches
en que su amante fue la soledad.







viernes, 21 de octubre de 2011

Desde ese lugar










Desde ese lugar donde mi voz es casi el hilo que derrama el agua,
desde ese lugar te hablo,
donde crece la umbría cálida y el fuego
cuando el otoño deshace con el viento la hojarasca muerta.
Desde allí, donde todavía una guitarra
tiene cuerdas tensadas para dirimir entre tu silencio y el mío,
y un oboe sin saberlo trae desde Venecia el tiempo,
ese tiempo sin memoria, sin medida,
que tiene tu cuerpo guardado siempre para el mío.




Marcello Adagio Oboe



lunes, 17 de octubre de 2011

Hay ángaros dormidos en las brasas del amanecer








¿Qué ojos ven la noche? ¿Qué ojos son la noche?

Pere Gimferrer


Hay ángaros dormidos en las brasas del amanecer.
La pureza de la voz se ha formado del humo
y cruza deshecha la labor victoriosa de los pájaros.
Nunca tuve un sueño más cercano a la carne
y habité una estancia tan ardiente en mitad de la oscuridad.
Hubo un aroma que en tu boca rehizo mi deseo,
sentí tus dedos caminando despacio,
simples y precisos, por la longitud de mi horizonte.
Mírame ahora bien, desnudo ante tu cuerpo,
solo soy la fiel herida que eligió tu mirada,
una noche larga y sin palabras entregada a ti
y un amanecer que supiste envolver como un sudario
para que fuera de nuevo reo de tu silencio.





miércoles, 12 de octubre de 2011

El tejedor











Urdo con los hilos de la incertidumbre
cada recoveco que tiene tu cuerpo guardado para mi.
Siento la esfera precisa del tiempo,
la oscuridad de la noche en que en tu cama,
despierta y en silencio,
pensarás en el calor de mis dedos
y como te recorrerá un escalofrío por la columna vertebral
imaginando, a mis labios y a mi lengua,
trazar en ella una línea de fuego
con que partir en dos tu deseo.





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