He olvidado el guión de
mis imágenes,
la latente lanza, la
avalancha derrotando cada instante.
Bebo del surco que inunda
tus manos,
laborioso cuenco donde
perder mis labios,
asciendo desde las yemas
de tus dedos
hasta verter mi humedad,
lacerante mercurio,
en el borde preciso de tu
boca,
para allí morir, despacio,
mansamente,
envenenados el uno por el
otro.
Siervo de esas noches de
aguardiente,
calima de luces y de
sombras,
urdimbre de la viola,
cuando nadie somos nadie
más allá de la brisa.
Adolezco de ti, me faltas
y te recuerdo cansada,
semidesnuda con tus bragas
azules
y ese aroma que abre el
perfil de mi deseo,
mezcla de azahar
mediterráneo
y la lumbre precisa de tu
cuerpo.
Y me bebo tu sed, tu
anhelo,
el
crecer herido de tu ansia,
esa hebra del otoño,
hoja vencida del
sarmiento.
Me hago tu señor, nube y
lluvia
para quemarte, dócil y
encendida,
en el vaivén del viento.
De nuevo dormida entre las
islas del naufragio,
aislados y con la ropa por
los suelos,
oteo ese instante en que
al despertar,
como una mujer nueva,
abras tus ojos
y me hables en un idioma
con un alfabeto que
siempre desconozco.
2 comentarios:
Preciosa descripción del deseo y la añoranza. Un abrazo
que delicia es la lluvia de tu poesía Fer
ojalá sean muchos los que vengan a empaparse
besitos
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