He borrado las palabras que deshacían los verbos, ahora son grietas de luz que queman mi piel y murmuran mi nombre con vocablos marinos. No tengo defensa, me quemo entre los latidos del atardecer
y la quiebra perpetua de la luna. Sé de todo lo que se ausenta, lo que toma la largura de las estaciones, la distancia, lo veraz de un pronombre posesivo sobre mí. ¿Qué hacer con el contorno redondo de los árboles? ¿Qué hacer con el tizne de la sombra del mediodía?
¿Qué hacer con todo lo que vive detrás del asombro, detrás de todos los bosques que se incendian cuando nadie sabe encontrar la llave del mañana?.. Hay demasiada lluvia esperando el amanecer y nosotros todavía buscamos una nueva salida al laberinto.
f.
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