Un hombre ha muerto: yo he muerto,
así de triste empieza el domingo
mientras suenan
en el silencio del amanecer
las campanas
con su canto de agonía.
No es tan raro morir cuando abres tu mano y vuelan pájaros,
cierras los ojos y se derrumban en el agua
los viejos palacios de Venecia.
Temo dormir y despertar junto a un ángel negro,
el que viene en las noches de insomnio
y me susurra nombres antiguos con idiomas extranjeros,
cábalas y jeroglíficos de los que desconozco la clave.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario