No se repite este acto nuestro de morirnos,
despacio, bajo el límite del último trayecto.
Despojados de todo,
como si la enfermedad fuera el vicio de amarnos
en el extremo opuesto del mundo.
Veo albatros volando sobre el mar,
he cortado la nieve con tu nombre
en la esquina imprecisa donde el corazón revienta.
Hay eso que llaman ternura y soledad.
Solo rozarnos, tocarnos con los ojos,
mientras desaparecen astros diminutos en el cielo azul.
f.
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