No soy lo dúctil, lo dulce, lo sincero.
Apenas alcanzan mis manos la humedad de la lluvia,
el frío de la noche, el quehacer del invierno, la oscuridad.
Me sostengo solo como lo perenne que tiene todo lo frágil,
la hondura que posee en su vientre el silencio,
la pavesa de cada sílaba que nunca acaba en ti y se hace viento,
la metáfora que nos surge previa a toda conciliación.
No busques almíbar en mis versos,
Si acaso recoge en ellos lo amargo necesario para resistir.
f.
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