La palabra, siempre nos trae el quehacer de los verbos
y su simiente de lluvia...
Por eso el silencio se respira como un largo quejido.
La noche nos deja siempre ese murmullo que acerca.
El sendero es un eco donde nos encontramos.
La voz, un pájaro que anida en las manos y vuela,
trae vibrante ese calor de lo imposible
que te recorre la piel.
Brota la sed al reconocerte en otro.
Un instante.
Un relámpago.
Lo que trae el aguacero.
f.
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