Cada día la palabra me trae nuevas enseñanzas,
raíces ocultas que nunca me esperaba.
Intento combatir lo zafio,
algo tan usado como el drama,
aunque soy apresurado en la escritura
y mi espíritu contiene demasiados verbos,
muchos sitios comunes,
que sostengo en el aire
cerrando los ojos y guardando silencio.
Quisiera dejarme un tiempo entre verso y verso,
no pronunciar lo impronunciable
aunque la muerte sea tan fecunda
como lo suele ser la vida.
Siembro mi soledad de luz y de sombras,
nunca olvido aquello que me duele
y aunque la felicidad, dicen,
es un caballo que galopa en el cielo,
yo solo veo nubes,
que traen, cuando menos te lo esperas, días de lluvia.
f.
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