Es posible que la vida sea un juego,
un ir y venir en la tormenta
cuando nada de lo que hacemos nos salva.
Reconozco todos los silencios,
los míos y los que traes bajo la lluvia,
ya todos ellos viajan conmigo
encimados a mi corazón.
No temas amor,
la voz y la palabra
se hace junco de arroyo
y se mece al viento
dejándose llevar
como el resorte de un relámpago
que quema un instante de la noche.
Y yo, con unos mimbres secos
que manejo con mis manos,
haré un cesto,
donde voy a ir guardando todo lo vivido.
f.
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