No trae el otoño la verdad,
solo esconde en su manto
las grisallas del verano,
telarañas erizadas de sombra y humedad.
Hoy es un día de niebla
agarrada a la tierra,
empapa como un sueño se aferra a nosotros
en la oscuridad del amanecer.
Caen sobre mi espalda
la suma de todas las preguntas,
el regreso del eco de los días de invierno.
Mis bolsillos están llenos de lo pequeño,
las cosas sin valor que sin embargo duelen.
Respiro hondo, contemplo mis manos
todavía manchadas del barro de la noche,
me siento insignificante,
perdido en los márgenes del río,
mientras cruzo estos primeros días de octubre.
f.
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