Hay una urdimbre de oscuras palabras,
un hurgar en la herida de la sombra,
como meter la mano en el agua y remover el fondo,
sacando lo turbio que me acerca al hombre
que guarezco cuando el niño calla...
Los sarmientos en gavillas esperando ser ángaro,
las semillas de los girasoles esparcidas por el viento,
la caída inagotable de los astros,
esas fuentes fecundas de limbos y silencios,
la luz azul que imana el quehacer del fuego...
Tanta lejanía sobre mi pecho
y entre mis rastrojos los restos de un verso,
la cadencia de ciertas sílabas,
la umbría de la luna desembalando la claridad sobre mi noche.
f.
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