He abierto un surco, una frontera,
allí, donde los enemigos
hacen que todo sea un combate.
Con mis propias manos
lo he llenado de agua de lluvia,
la que recojo los días tristes
y agua marina de días de invierno..
Todo es humo, tú lo sabes,
una caricia no tiene valor cuando solo es la hondura de la espera,
aún cuando vengan muchas entregadas a tu cuerpo.
Somos tan extraños como las raíces de los árboles
que crecen en los manglares...
tenemos demasiada esperanza y poca vida.
f.
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