Abro mis brazos y siento la humedad...
¿es esto el quehacer del otoño?.
Surcos y luces enhebradas a la piel,
la lluvia solo trae jirones de silencio
manan desde lo irreconocible
a la superficie de tu cuerpo.
Piel con piel todo existe.
Los mimbres en tus manos
dejan labores de invierno,
razones que nunca olvidamos
cuando llamamos amor
al hecho irrenunciable del combate...
Caricias, las sientes vaciarse en ti
como una nube que cae desde el cielo
y crea el relámpago...
La trama de tu deseo
tiene reglas que se deshacen.
Te recorren los puntos cardinales
donde a nada ni a nadie has dado tu permiso,
pero alguien ha sabido, con el rigor de la batalla,
tomar tus alas, para hacer de un instante
lo que solemos llamar inolvidable.
f.
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