Hay un antes y un después
al sentir crecer la hierba bajo los pies descalzos y derrumbarte,
ver llegar sin espera una marea que arrasa,
que deja tras su paso restos de incendios y naufragios.
Morir desde el ocaso mismo del deseo
es una manera de morir,
ser parte del cenit donde se dibuja el fuego,
volvernos el humo que trae la oscuridad,
caer en esa noche maldita
en que tan solo quedas tú, las cenizas y el barro.
f.
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