No encuentras los pasos perdidos
que siguen buscándose por sus estrechas calles,
simiente de viejos bazares de luces y máscaras.
Arde la lumbre del agua y su color dorado
arma una secuencia de melancolía.
Cruzas los puentes
mientras, diluido el silencio,
es parte de la música.
Hay siempre entre nosotros,
simples humanos,
una conjunción imperfecta,
un volver a los orígenes de la emoción,
al momento en que las horas valen
por su peso especifico,
pero el tiempo, impávido, te traslada aquí a revisar
casi todo lo que nunca va a resolver tu corazón.
f.
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