Me miro dentro, con miedo meto las manos en la ciénaga.
Duele, duele mucho cada vez que me arranco ciertas verdades
y perturbado me estremezco y grito con un hilo de voz.
Algún día cortaré todas las cuerdas,
desharé los nudos que me oprimen,
tal vez deje de escribir y sea solo,
a partir de entonces,
un ser contemplativo y silencioso.
f.
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