No hay vacío suficiente donde esconder el mar,
ni siquiera nosotros podemos escapar al miedo y al dolor
aunque seamos tan solo pequeñas sombras perdidas en el atardecer.
Hoy me dirijo hacia al extremo del alambre,
soy un funambulista con los ojos vendados por la verdad.
Y me dice es preferible vivir en este espacio vacío,
donde las ausencias aunque duelan
son como las manchas que marcan las paredes,
y entonces mirando dentro de mí
me acuerdo de un poema de Cortázar,
ese donde las manchas de humedad
eran un gato, un número, una mano cortada...
Así me demoro en este día de sol y viento,
fumando en una habitación de un hotel maldito,
mientras escucho como el agua de la ducha
sigue cayendo sobre su cuerpo
y yo me siento el ser más solitario de la Tierra.
f.
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