A este lado de la sombra tengo sed,
la argucia de mi cuerpo no me salva,
busca en la maleza un hilo de luz,
unas gotas de vida entre la hoguera.
Anudado al deseo calcino el aire,
y sin aire que respirar
ahondo en el quejido,
quebrando sin perdón toda resistencia.
A este lado de la sombra
mis manos se hacen pájaros,
y vuelan en círculos,
rompen el silencio más puro,
y son sabias en su quehacer de deshacer los hilos,
hacen germinar de la voz más queda
un gemido interminable.
f.
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