Derrocada la tarde en su labor de desaparecernos...
Todo lo que se fue al respirarnos
quedó en las manos,
en la humedad de la piel,
en las palabras dichas,
en el vértigo del silencio.
Tu cuerpo, mi cuerpo,
esta jornada de saber del otro
como solo saben las nubes de la lluvia...
Dormida tormenta,
pergamino de voces quebradas y labios que callan.
Ahora, todas las huellas son de nuevo el camino.
f.
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