No hay un desde cuándo que nos reserve su soplo,
el instante de luz, una brizna de viento.
Ahora, en las manos de la noche, soy un árbol,
la respiración de la tierra gritando en el silencio,
soy el silencio y la neblina blanca
que se arropa en tu cuerpo y en tu alma.
No vendrán los pájaros que traen el fuego del amanecer.
Ayer fue el día de las pequeñas muertes. Un día de luto.
Hoy solo soy la mirada del que te ama.
f.
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