Es cierto que las palabras se desprenden de nosotros y se hacen huellas en la hierba de la noche o en el viento cálido del mediodía se arremolinan como leves y minúsculas partículas de ciertas especias que las delatan.
Yo ando en ellas, me dejo tiznar de sus aromas de luz o solo siento en la humedad de mis manos como se pegan a mí las briznas de hierba que duelen adentro, donde nada tiene más espacio que ese dolor intenso.
Ahora podría descansar sobre estos sauces, llenar mi mochila de intensidad, dejarme caer entre sus hojas y plasmar en unos versos muchas emociones... sin embargo, prefiero contener la respiración, mirar el horizonte, el azul del cielo, las nubes blancas...mientras adentro, donde solo yo me habito, escucho uno a uno todos los silencios que me guardo, y que traen en días como hoy, sin solución, un aguacero doloroso.
f.
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