¿Cómo sostener con los ojos cerrados un último crepúsculo,
la caída nocturna del relámpago,
el quejido sordo de la lluvia que deshace dentro,
donde no se pueden elegir las respuestas,
y la urdimbre del viento que te mata,
susurros que te recuerdan la banalidad humana?
Mis manos apenas tienen la fuerza de mis palabras
y sostienen con dificultad el peso especifico de un corazón
que batalla en un mundo de la noche y del silencio,
allí, donde siempre tenemos todo perdido de antemano.
f.
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