Una suma de dos es apenas un poco de rocío en el amanecer,
y sin embargo, después del adviento, suenan las campanas.
En mí anidan pájaros,
una sombra de alas que sostiene el viento.
Mi corazón sabe de las aguas y del veneno del mercurio,
y he besado en la boca, una noche de invierno,
junto a la tempestad, a un ángel negro
que me hablaba del fuego
y de la nieve que guarda su pecho.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario