Despierto con la algarabía del derrumbe,
arde el amanecer en los cristales y en el viento,
la fuerza de la luz mezcla los márgenes con el silencio.
No tengo más cosas que dar,
ni siquiera lo valoro en demasía
este deshecho de palabras
que cruza la espesa distancia de dos metros
como la excusa que hay entre ella y mi cuerpo.
Solo el tiempo dejará de ser costumbre,
y en las respuestas tendremos de nuevo una senda
para mirarnos frente a frente y hacia dentro,
y así poder llegar a saber dónde estuvo el error.
f.
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