He ungido del aroma de tu cuerpo mis sílabas
para que impregnadas de ti
se acomoden a tu silueta,
anden despacio por tus caderas,
sientan la fibra de tus músculos,
la veracidad de tus huesos,
el respirar de tu pecho,
el sabor de tu boca,
la humedad de tu mirada,
la templanza de tus manos,
el vaivén continuo de tu corazón.
f.
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